miércoles, 22 de agosto de 2007

SOBRE EL BLOG Y OTROS ASUNTOS.

Uno va y me dice:

“Quillo, también podrías contestar en el blog, joder, la gente suele hacerlo…no te des tú tanta importancia.”

Es un malentendido. Decía una canción de la Nueva Trova: “la palabra es de ustedes, me callo por pudor”.

Es un malentendido; como cuando la chica que te gustaba se iba con otro porque tú no le hablabas nunca, por no molestar, por discreción, por timidez.

Cuando canta uno, lee poesías o simplemente contemporiza con la noche y sus venenos, encantado de la vida, no se cree nadie esta timidez, anda ya, le dicen a uno, si te he visto cantar, hacer el caricato, hasta perorar con desconocidos ajumados hasta altas horas de la madrugada.

Nadie se cree esta timidez, pero existe.
Quizá por eso canta uno.
Quizá por eso haga uno tanto y tan profesionalmente ya, el caricato.

Llevo media vida huyendo de los pesados, de los palizas, de los plomos, de los artistazos a los que jamás ha interesado otra cosa que su propio ombligo, del egoísmo cateto de los que ni comen ni dejan comer.

De la petulancia inevitable de aquellos que se creen la hostia por haber escrito algo, de los que mueven montañas por salir en una foto, por tonta que sea esa foto.
De los que se visten de dignísimos luchadores por esto o por aquello y al día siguiente los ves engañando, malversando, vendiéndose al mejor postor, o al mejor prologuista, o al mejor adulador circunstancial.

Me da vergüenza, verdadera vergüenza, parecerme a esta ralea.

A veces me parezco, lo sé, lo intuyo, lo temo. A veces caigo en las mismas tonterías que la canalla seudo bohemia de pueblo. Y también me pongo estupendo y digo sandeces sobre mí libro, mí obra, mí pedazo de ombligo.

A mi favor diré que cuando caigo en estas adicciones, trato de desintoxicarme del tirón. Le digo, pongamos a mi compañera; Emilia, que me ponga en mi sitio. O a mis amigos de verdad que me recuerden rápido de dónde vengo.
O a mi hija que me diga sus años y que los compare con los míos, para hacerme así adulto, mayor. No viejo, no anciano de vivir. Simplemente constatar mi edad, mi tiempo y mis trenes; los que pasaron de largo y los que tomé, que eran siempre de tercera, pero ahí me he quedado y tampoco se está tan mal. En estos trenes de tercera, quiero decir, que al menos no están rigurosamente vigilados.

En definitiva: ninguna arrogancia en mis silencios. A pesar de que como decía uno; “El silencio es una opinión”.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No tengas tanto miedo a pecar de inmodesto, hombre. Debes saber que lo que haces y escribes vale y tú debes ser el primero en defenderlo. Un saludo.

MARINETTI

Anónimo dijo...

Marinetti no se ha enterao de na, no vea el colega el pazo porro de marihuana que sa tenio que fumar.

Anónimo dijo...

Tu no me engañas canalla, tu tienes un primo en panplona

Anónimo dijo...

tú eres el perfecto ejemplo de la ralea

Anónimo dijo...

Amigo te sigo desde hace ya muchos años. Ni puto caso a los majarones que no aceptan que tú y tu hermano soys de lo mejorcito que ha dado este pueblo culturalemnte hablando.

Ánimo y aupa Gallardoski.