Vimos la entrevista a ese hombre que era juez. No sé, hay
mucha gente que le tiene gran consideración y que alaba su trayectoria de
cuando era eso, juez. A mí, dejando a un lado las vicisitudes de su oficio, me
ha parecido este hombre siempre de una vanidad brutal y creemos con Cioran que
la vanidad exagerada casi siempre conduce hacia alguna forma de crueldad.
La entrevista se la
hizo uno que era cómico y ahora pasa por ser uno de los grandes periodistas del
país. Es cierto que posee este entrevistador/cómico, la capacidad de tocarle las pelotas a los
entrevistados y de ponerlos en evidencia. Célebres son algunas de sus interviús;
al noble señorito andaluz al que sacó de sus casillas y se hizo el solo un buen
retrato, a algunos corruptos de la vida política, económica y policial del
momento. Pero, en esta entrevista se les veía a ambos, el ex juez y el ex
cómico, bien relajados. Si soltaba alguna pulla el entrevistador lo hacía con
mucha suavidad y sin cargar las tintas. El ex juez se defendía con gran
soltura, daba la impresión de que no hubiese cometido nunca un error, de que
todo lo que en la vida le haya ido mal, ha sido por culpa de conspiraciones y
alineamientos misteriosos de los planetas.
Uno malicia que ha de ser este un hombre que si tiene, no lo permita dios, un
gatillazo en la cama con la esposa, novia o amante, argumentará que la otra
parte no estuvo a la altura, que no se puso la otra parte el tanga bueno, el de
las erecciones memorables, que no se había depilado las ingles o, en fin, que
no supo la otra parte ponerle calentorro.
Este ex juez montaba en sus buenos tiempos unas redadas
multitudinarias por el norte y a los pocos días, muchos de los que habían sido
detenidos en esas redadas salían en libertad y sin cargos. Yo, en mi ignorancia
supina, considero que eso es un error bastante grave. A lo mejor un juez e
incluso; un ex juez, está acostumbrado a la policía y a las cárceles y a los
calabozos de las Audiencias nacionales, pero la mayoría de las personas no lo
estamos. Y los padres de esos chavales que luego ni eran asesinos ni nada, cuando
veían a sus hijos ser conducidos al trullo no deben haber olvidado las
excelentes operaciones multimedia de este hombre.
También ya talludo y bien informado, se metió a lo de la
política con un partido que en ese momento andaba enredado en múltiples
corrupciones y fundamentalmente en un proceso por crímenes de estado, que se
escribe pronto. Tampoco le merece este suceso capital en su vida ni un “Perdonen ustedes, la cagué” . Y es que
quizá no la cagara, quizá sabía perfectamente dónde, cómo y con quiénes se
metía. Saca el ex juez esa vocecilla aflautada que así, en la tele, hace mucha
gracia pero habrá que oírla en su despacho, interrogando o diciendo al
sospechoso que se va a comer un marrón bien gordo, y dice que estuvo bastante
bien aquello de irse y venirse de la política.
Más o menos nos recuerda y nos advierte, para el que no lo
supiera, que él fue el que dirigió la liberación de Ortega Lara, alude de paso
al trabajo de la benemérita, pero poquito, para decorarse todavía más sus
laureles, como el arquitecto que
contemplando el chalé dice; Y el jefe de
obra también es un máquina…Y, más o menos así, toda la entrevista,
hagiográfica por el mismo entrevistado y porque, en este caso, el entrevistador
no podía evitar las simpatías que le suscitaba este hombre.
Y es cierto que estuvo con lo de la droga y algo hizo contra sus oligarcas, y
con lo de Pinochet, con las víctimas de los crímenes de la dictadura argentina, con lo
de Franco y con algunas otras nobles causas. Pero insisto, como se dice en mi
pueblo; tiene un cherito…
Para terminar de epatarla, el ex juez hace una afirmación
que a sus acólitos dejaría bien satisfechos: Soy juez, sí, pero de izquierdas
soy. Y lo repite alguna vez más; soy de izquierdas. Y entonces, henchido en su
pleonasmo, afirma que jamás, en ninguna sentencia o actuación judicial llevada
a cabo por él (y para decir eso reta al presidente del gobierno, claro, alguien
de su nivel, no va a retar a la administrativa de la Audiencia), decía que reta
al presidente del gobierno a que demuestre si en alguna de sus actuaciones ha
influido el ser de izquierdas.
En Cádiz, le diríamos; no, picha, no. Serás de izquierdas y
el copón pero no se te nota. Y posiblemente también serás ecologista cuando
saquen unas camisetas monas, pero cuando te vemos de cacería por ahí con
ministros y otros revolucionarios magníficos, o mandando cartas entrañables al
presidente del Banco de Santander, pues mira, no se te nota nada. Ya digo; en
lo espectacular sí y ahora con lo de Julian Assange, pues de puta madre
también, lo tuyo con el de la Wikileaks es como lo de Sabina y Serrat, un buen
show y dos pájaros de un tiro.
Y coñas aparte, la pregunta que uno le hubiese hecho: ¿Y
para qué queremos los ciudadanos de este perro mundo, eminencia, que un juez
sea de izquierdas, que ya cuesta creerlo, si esa orientación no le va a condicionar
absolutamente en nada a la hora de ejercer su profesión? ¿Para hacerle la ola?