“Jesús nació en un
pesebre/ en cualquier sitio/ salta la
liebre”
La biblia en verso.Citado por Josep
Pla.
Yo ya sé que la campaña de la delegación de fiestas a cuenta
de esto de las navidades va a ser, a
pesar de las dificultades que por la
crisis sufre la corporación municipal, un éxito. Y que el delegado asomará la
cabeza por la prensa del pueblo y dirá más o menos exactamente que el ayuntamiento se felicita por lo bien que ha
ido todo. Eso es como si yo pido el micrófono en la plaza pública para
felicitarme de lo bien que me ha salido un artículo, o una copla, o un polvo.
¡Ciudadanos, hay que ver para la edad que tengo cómo me ha salido el…
(artículo, la copla, el polvo, lo que sea)
Y sé perfectamente que la cabalgata de los reyes magos, si
bien más austera que otros años, habrá vuelto a llenar de ilusión y alegría las
calles de nuestra ciudad. Sé que este titular magnífico coronará las primeras
páginas de los periódicos locales, ya sean estas páginas cibernéticas o de
papel y será ilustrada la noticia con una fotografía, seguramente muy mala,
como si el fotógrafo en lugar de tomarla en la calle ancha, sentado en una
cafetería, lo hubiese hecho en Kabul, sorteando obuses y
balas y no hubiera podido por eso mejorar la “instantánea” .
Yo sé que todos (absolutamente todos) los eventos, tinglados y banquetes que se celebren en estas fechas,
señaladas como una menstruación en los almanaques del año, serán maravillosos;
el de la asociación de viudas, el sarao de la orden de los reyes magos, la cena
benéfica de los fulanos, el concurso de belenes de los zutanos, todo saldrá
estupendamente y con mucha fatiga, leeremos; Un año más la trompetada o
zambomba organizada por tararí tarará ha sido un rotundo éxito.
Yo sé que el primer premio de la
lotería nacional va a estar muy repartido y que los suertudos agraciados entre
botellas de champagne, vecinos eufóricos y micrófonos, balbucearán que con los
millones van a tapar algunos agujeros (económicos) y van a hacer una viajecito, y lo dirán así, en
diminutivo, como si aún no asumieran su nueva condición de millonarios.
Yo sé que habrá una catástrofe, terrestre, marítima o aérea
y que morirán bastantes personas. Que el borbón dirá unas palabritas con una
dicción como de mongolito emporrado y sé que prácticamente ningún ciudadano
normal le escuchará. Me sé lo de las uvas y los brindis y los deseos que se
piden, deseos tan prosaicos como conservar el trabajo el que lo tenga,
conseguirlo el que lo perdió. Deseos de andar por casa y de renquear por la
crisis.
Me sé también lo de la pelea que tendrán treinta o cuarenta
pelones adolescentes en las primerísimas horas del año dos mil trece en la que
habrá heridos por arma blanca. También sé que habrá estrenos en los cines,
películas con lacito, como los regalos a los que podrá ir toda la familia. Y
que los centros comerciales se transformarán otra vez en una Arcadia colmada de
venturas, hechizos y músicas de fondo.
Yo sabía, que al final tendría que escribirla, que por mucho
que me propusiera no escribir esta cosa, ni dedicarle unas líneas a la verbena,
al final acabaría haciéndolo. Mi mujer ha dicho; yo también lo sabía, así que
le he contestado con una de esas burlas que las parejas de larga duración se
infringen y se aceptan entre la resignación y el cariño: Fun, Fun, Fun…
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