Si antes lo escribe uno, antes salta la jauría a retratarse.
Hablaba por aquí hace unas semanas de esa suerte de urticaria moral que les
produce a algunos paisanos de la vida el hecho de que pudieran las personas del
mismo sexo tener los mismos derechos para vivir en común que disfrutamos los que gustamos de otras formas de
acoplamiento carnal. Y hemos visto estos días cómo unas bestias de la gran
Rusia golpeaban ferozmente a los manifestantes gays, también hemos leído por
ahí que uno de cada cuatro homosexuales europeos ha sufrido agresiones
homófobas y todo eso nos produce una
gran consternación.
Las agresiones se dan
cuando los gays o las lesbianas levantan un poco el dedo y dicen “aquí estamos”,
mientras permanezcan en la mesa camilla y hagan sus intercambios genitales en
la intimidad, el bestia que pega las tortas y el cafre que decora su ancestral repugnancia con
moralinas y argumentaciones delirantes, no se meterán con ellos ni nada. Pero, que no osen estos desviados tomar la plaza pública con sus mariconadas y sus exigencias intolerables
porque entonces iremos a correrlos a garrotazos si fuere menester.
Por eso, cuando algún buen amigo nos recuerda que la
sexualidad, es algo tan íntimo que no entienden que de ella se haga batalla
política, tenemos que contestarle que es íntimo eso del sexo, pero no tanto
como para que haya que mantenerlo en secreto, que es lo que les pasa a muchas
personas porque temen rechazo, desprestigio y hasta puñetazos si hacen pública
su condición. Luego ya con el asunto de la adopción, los argumentos son tan de
tertulia de rocieros ajumados, que para qué va uno a decir nada, mejor un buen
viva la blanca paloma, o un viva el rey, o un viva España, o quizás un viva la
muerte.
Y, hablando de la muerte y de la vida, también nos
inmiscuimos un poco en el asunto del aborto en esa parrafada a la que quizá le estemos
dando ya demasiada importancia, y nos
cuentan que, en el Salvador, una chica de veintidós años puede morirse en el
parto porque está bastante hecha polvo,
padece el lupus eritematoso discoide y una insuficiencia renal grave. Lo
del lupus con esos apellidos, ya nos
pone los pelos
de punta con solo leerlo.
Resulta además, para que no le falte al caso de nada, que el
feto que va a traer al mundo esa chica de nombre Beatriz, como la amada de
Dante, va a morirse en cuanto nazca porque tiene el feto anencefalia, que
quiere decir que le falta una parte del
cerebro y aunque conozcamos a muchos anencefálicos metafóricos por estos pagos,
la enfermedad real impide que el recién nacido sobreviva poco más de un rato, a
no ser que algún piadoso lumbrera científico lo enchufe a algo y se dedique a
estudiarlo. Como un botánico.
Por lo visto la iglesia católica es muy beligerante con este
caso y ha optado por el rato de vida que pueda tener el recién nacido y porque
Beatriz sucumba a la muerte para nada, a sus veintidós años.
Además es tan infame la
iglesia que se dedica a difamar y
calumniar a la chica, como si anduviera despechada porque haya tenido Beatriz
tan mala suerte y la ponga en ciertas dificultades morales.
Si en vez de andar, como es lógico, completamente
destrozada y aterrorizada por esa muerte casi segura que le espera, Beatriz,
abriese sus manos y mirando al cielo dijera que quiere traer al mundo el fruto
de su vientre, la iglesia católica en vez de decirle a la chica que no sea
gilipollas y que se deje de alardes místicos, la elevaría a los altares y la
coronarían mártir del derecho a la vida de los no nacidos (que suena eso de los
no nacidos a película de ciencia ficción de serie B) .
La dura realidad viene a reafirmarme en mis argumentos, ya
me hubiera gustado a mí lo contrario y dejar así mis argumentos en las últimas,
porque para qué queremos llevar razón en el espanto.
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