Un poco de angustia, porque estoy leyendo “Los enemigos del
comercio” de Antonio Escohotado y no
paran de salir referencias a otros pensadores y a gran parte de ellos no los
hemos leído, o lo ha hecho uno superficialmente, frecuentadas solamente sus
obras más populares, así Hayek, Schumpeter, Plutarco o el mismo Kant.
Y viene la angustia porque seguimos pensando en clave de
vida eterna, quiero decir, que seguimos suponiendo que vamos a tener ese
instante continuado de paz algún día, que vamos a disfrutar, por fin, en alguna
época de ese sosiego que nos permitirá inmiscuirnos en el conocimiento humano.
Comprender de una vez cómo se sostienen los sistemas económicos y los satélites
del cielo, cómo se desarrollan las relaciones mercantiles entre un extremo del
mundo y de la idea (China) y otro (EEUU)
Cómo, mientras una parte nuclear de la humanidad maneja
los azares del resto, va el resto vociferando algunas ideas elementales, que
pretenden, la mayoría de las veces, para más escarnio, ser libres, personales,
originales e independientes.
E imagina uno esos consejos de administración con enormes
mesas de juntas en los que se certifica la venta de 994.000 barriles diarios de petróleo (año 2011) por la
República Bolivariana de Venezuela a los Estados Unidos de América.
No sabemos
cuánto de revolucionarios tendrán los delegados comerciales a los que afectan
poco o nada las turbulencias diplomáticas entre los dos supuestos antagonistas
políticos. Y seguramente estará bien aplicarles a esos comerciantes la vieja
máxima del pragmatismo ciudadano: “Con las cosas de comer no se juega”. Pero,
eso no quita que nos rasquemos simiescamente la cabellera cuando andamos en
procesión tras una pancarta en la que
pudiera leerse fuera los yanquis de América Latina y desde la extravagancia
demagógica o el convencimiento ideológico, que eso no lo sé, se nos azuza para
extremar ese grito y ese desafecto del yanquis
go home, mientras los mismos que nos animan a hacerlo desde sus tribunas, sancionan más
tarde, en esos casi clandestinos consejos de administración de los que
hablamos, la relación comercial más intensa que se recuerda entre esos dos
países.
La base de los conflictos es bastante elemental, porque el
conflicto llega cuando las secuencias de la negociación y del lucro se abisman.
Y por ello nos vale, aquella frasecita casi infantil, creo que de Valéry, que rezaba: “La guerra son hombres que no se
conocen y se matan, para el provecho de hombres que sí se conocen y no se matan”
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