Parece que los de la plataforma de afectados por la hipoteca
son malos. Muchos de ellos son grandes propietarios con chalés y con segundas
residencias y para uno o dos que pueda haber con dificultades, la que están
liando. Malos.
Parece que el actor ese, Toledo, es malo, pero no mal actor,
sino un mal tipo. Y como él otros cuantos, todos ricos y saciados de fama, sexo
y bonísimas viandas. Muy malos y muy falsos.
Parece que los sindicatos, pero no los sindicatos, más bien
la noción de sindicalismo de clase, es una cosa mala. Los del SAT más malos
porque hacen las cosas como a principios del siglo XX, qué importa que los
métodos del patrón vengan involucionado
precisamente a ese tiempo. Malos y además antisistema, más malos que la quina.
Parece que las personas que se manifiestan por plazas y
avenidas, son casi todas ellas, malas personas, que además obligan a los
guardias a salir en fotos y vídeos muy feos y muy tristes. Malos y chivatos de la infamia de la época.
Malísimos.
Parece que las mujeres que se defienden de la garra
multiforme del patriarcado son malas mujeres, que no será lo mismo que mujeres
malas. Malas, machorras y feas.
Parece que los que
mandan cartas desde la cárcel para que de una vez por todas se tome alguien en
serio la posibilidad de la paz, la oportunidad de la paz, son más malos que un
asesino.
Parece que los ancianos que firmaron con sus bancos una
estafa monumental y que han perdido así
los ahorros de su vida, son malos, pero no por ser ancianos, sino por poner en
peligro la estabilidad financiera de este” basto” país.
Parece que quienes consideran en el siglo XXI una rareza folclórica la existencia
de una familia tocada por el dedo divino que puede reinar sobre el resto de los
ciudadanos, así, por la cara o por la resaca de batallas y exterminios
inmemoriales, pues parece que la gente que eso lo ve una injusticia y una
bofetada a la razón, son malas gentes.
Parece que los negros que atravesaron medio continente
africano, con la esperanza de una vida que
sea vida o que se le parezca a la vida, son malos, que hicieron esa dura
travesía con el único objetivo de venirse a las esquinas de Babilonia a
delinquir y a pervertir a nuestros vástagos. Malos y negros, como demonios.
Parece que los que fuman son malos y que son malos los que
beben. Malos los que todavía cantan y malísimos los que aman la libertad de
besarse Manolos con Manolos y Felisas con Felisas, esos son de una maldad
inmoral.
Casi todos mis amigos son malos. Casi todo en lo que creo
es malvado, casi todas las alegrías que
tengo son malas y, por qué no decirlo,
un poco guarras. Se diría que me he convertido en una suerte de demonio
pervertido.
Menos mal que sé perfectamente quiénes son y a qué se
dedican los buenos.
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