POLICÍA: Conjunto de
personas y medios a las órdenes de las autoridades políticas, que se encarga de
vigilar el mantenimiento del orden
público, la seguridad de los
ciudadanos y el cumplimiento de las leyes.
(Subrayado mío)
Hay palabras que contienen en su representación gráfica todo
su significado y que no podían estar mejor escritas, se me ocurre por ejemplo “clítoris”.
Cada sílaba le viene bien a esta palabra, su acentuación, sus etimológicas
reminiscencias griegas. Milagros de la lengua. Y ahora uno lee lo que acaba de
escribir y piensa; clítoris, griego, milagros de la lengua…hasta la palabra
sílaba la hubiésemos querido perturbar y transformarla en saliva. ¡Qué fácil es
el erotismo e incluso la pornografía a ciertas edades!
Hay, sin embargo, otras palabras a las que les falta
contundencia gráfica. Por ejemplo “asma” que yo creo que habría que escribirla
con hache: “Hasma” escrita así hasta nos da un poco de asfixia al pronunciarla,
como si nos compungiera el pecho esa hache, tan inspirada.
El lenguaje se conjura con los hechos y no nos resistimos a
estas alturas a convocar el poema enorme de Borges:
“Si (como el griego
afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo”
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo”
El nombre es arquetipo de la cosa, así en las letras de “reformas
estructurales” a fuerza de lingüísticas perversiones, sabemos ya lo que se
esconde; qué infamias, qué páramos desolados para la parte chunga del mundo.
Y vamos asumiendo la retahíla obscena y
adivinamos que en las letras de “Fuerzas de seguridad del estado” se incuba un
huevo podrido y pestoso de odio a una clase social. Las fuerzas de seguridad del
estado tarde o temprano van a pegarnos a todos los pobres. Eso se sabe y es muy triste saberlo.
Saber que cuando
roben la pensión a los abuelos, estos chicarrones vestidos de represores
futuristas con sus escudos, sus rodilleras, sus coderas, sus porras, sus
escopetas lanzadoras de pelotas de goma, es muy triste decíamos, saber que
nuestros abuelos van a ser golpeados por esta gente. Que serán arrastrados por
dos o tres de estos valientes, que sangrará la cabeza del viejecito y será
portada de algún vomitivo diario de la mañana, con un pie de foto donde podrá
leerse “Setenta heridos en las manifestaciones de pensionistas, jubilados y
dependientes severos, treinta de los heridos han sido policías”. ¡Con dos
cojones! ¡Viva la prensa libre!
Sabemos que “Otoño caliente” no es el nombre de una película
tirando a guarrilla. Sabemos que será casi un peregrinar para acudir a la plaza, corear las consignas,
escudriñar los panfletos y cuando “La autoridad competente” -que sabemos
también qué significa y qué les compete- decida que ya está bien, podremos asistir a la
carrera de nuestro hijo mientras es perseguido por dos o tres antidisturbios, como
macarras con carné que van cumpliendo con grandísimo celo su repugnante deber.
Llegará el día en que el policía anti disturbios esté muy
cansado, haya sufrido múltiples lesiones en sus enfrentamientos con sus
conciudadanos, ya se sabe; luxaciones en
el codo de aporrear cabezas con rastas o melenas, tobillos torcidos de correr
tras jovencitas espantadas para abofetearlas impunemente, dolores de espalda de
levantar en volandas a viejos heridos y lanzarlos al furgón policial como a un
saco.
Llegará el día en que muy cansado, muy triste y algo mayor
ya para ir por ahí, golfeando por las ciudades, haga balance y caiga en la
cuenta de que en su vida digamos “profesional”, su flamígera porra ha catado la
carne conmovida de jóvenes estudiantes, comunistas con banderas, animadores socio culturales del movimiento
15-M, feministas en lucha, sindicalistas en huelga, comerciantes, nacionalistas
radicales, rockeros ajumados, canis pastilleros, trabajadores humillados, familias
desahuciadas, parados desolados, mineros,
mujeres de mineros, padres de mineros, hijos de mineros…
Caerá en la cuenta, en fin, de que su porra ha estado
durante años al servicio de un poder al que no ha querido mirar a la cara, no
fuera a ser que se les cayera la cara de
vergüenza a ambos; al que manda y a su lacayo.
Si como el griego afirma en el Cratilo, el nombre es
arquetipo de la cosa; ¿Qué nombre le ponemos a esa vida que ha llevado el
policía?
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