Legislan o mejor; conspiran para ir llevándose el botín. Eso ya lo sabemos (por fin). Hizo falta empobrecer a la población, reprimirla, encarcelarla, darle dos hostias.
Lo de la ideología
les importa poco y pese a lo que pueda creerse, siempre están con
la inmensa mayoría siendo ellos la élite. Sabemos que las mayorías las crean
ellos, las forman, adocenan y adoctrinan. Hoy son comisarios políticos de gran
importancia en el comité central y mañana serán consejeros de
administración, de gran importancia
también, en la sociedad anónima.
La mayoría (tan respetada y tan promocionada por esta
aristocracia) es la masa. Y la masa es
la plebe y así, tras dos o tres coñacs de centenaria reserva, terminará la plebe siendo “la chusma” que es
lo que desde el primer momento quisieron decir pero les daba un poco de apuro.
Les da lo mismo qué
monsergas pueda la mayoría (la chusma) haberse creído y de dónde venga la
chusma (la mayoría) siempre que esté dispuesta a consumir sus productos, a
repetir sus consignas, a apaciguarse con sus envenados y adictivos caramelos.
Saben ulular todos
los cantos de sirena que en el mundo han sido y se aplican con fervor a su
ejercicio. Son los que niegan con carpetovetónicos aspavientos de señorito, la mísera propina a un camarero y apoquinan
seguidamente un dineral por las caricias de una puta o por las pulsaciones fálicas de un chapero
de lujo. Los que miran por delante y por detrás el céntimo que ha de pagarse al
empleado y despilfarran alegremente en el deportivo del niño superpijo y
caraculo.
A estos pensamientos se les llama “demagogia” . Observa uno
que cuanto más razonable y más justo es el razonamiento más demagógico es, por
ejemplo: “Deberían ustedes señores millonarios renunciar a las indemnizaciones
obscenas que reciben cuando dejan una de esas grandes empresas” . Esto es
demagogia. Y de la gorda. O esto: Son
los que recortan prestaciones sociales y se van de los bancos indemnizados con
millones de euros, como ese hombre con la perilla coqueta; Rodrigo Rato (y qué
buen rato lleva pasando desde que naciera) O
los que dicen representar a la justicia y piden más de doscientos mil
euros por haber dimitido, como diciéndonos a todos que nos traguemos ese
fenomenal corte de mangas que nos dedica ese juez de probada fe católica y de
un pecaminoso amor por sí mismo y por sus prebendas. Todo, todo esto es
demagógico y hasta de mal gusto.
En realidad el sofisma es tan sencillo…que unos cuantos
vivirán siempre muy bien a costa de los demás. La justicia social quizá estuviera
en una suerte de campeonato de penalidades.
Si no es posible que todo el mundo viva de puta madre,
porque parece que eso no es posible, debiéramos decir a los candidatos a la
gran vida:
“Veamos, Alfredito
Pérez , según tu árbol genealógico lleváis tres o cuatro generaciones comiendo
bien, con grandes casas y modernísimos vehículos. Habéis viajado, conocido
cultura y ocio, habéis tú y toda tu casta, sido bastante felices, así que este
tribunal de melancólicos ha decidido que ya está bien, que ahora le toca a
otro”.
Y tras un concurso oposición, tendríamos que elegir a un
gran pringado, a uno de esos que pudiera acreditar que ya su abuelo tuvo que
soportar la injusticia de un señorito a caballo, a uno de esos cuyos padres
comieron gato imaginando una liebre, o conocieron cárcel, exilio, y emigración.
Pues a ese hombre le tocaría, como en la bonoloto, el bote de la vida.
Lo malo será que el afortunado tendrá poder y dinero y
comprará al tribunal de melancólicos, los melancólicos ya no querrán hacer otra
cosa en la vida que juzgar a los ciudadanos. El afortunado- antes gran
pringado- pensará que él ha hecho muchísimo
por la comunidad y que no es muy justo que digamos que tenga que dejar
de ser líder, afortunado y rumbero de la aristocracia. Los melancólicos, el
tribunal, empezarán a barruntar la idea
de cambiar esas leyes que ellos mismos promocionaron porque a fuerza de
ambrosías y fanfarrias, cada vez son menos melancólicos y más hijos de puta.
Además, el gran pringado ayer, hoy Gerifalte Dignísimo, sentirá
que la lotería que un día le tocó no fue cosa del azar, que fue fruto de sus
excelencia y su tesón y el tribunal de melancólicos, los que inventaron esa
lotería, argumentará que de lotería nada, que el que llega es porque vale un
potosí y que defender lo contario empieza a ser bastante…¿cómo era eso?
¿demagógico?
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