I
Por si estoy muy equivocado, uno de los ejercicios habituales
a los que me someto, así, por la cara, es la lectura de libros de la otra parte. Del
otro bando si queremos ponernos belicosos. Tengo muchos amigos que sólo leen a
sus partidarios y, de verdad, no le veo yo interés a esto, es como alimentarse
de sí mismos en una suerte de endogamia bastante triste, bastante árida. Con
eso, con la lectura casi psicótica de lo que nos reafirma, poca perspectiva se consigue y corremos
el riesgo de transformar la idea en
panfleto y la razón en dogma. Yo no he venido hasta aquí, (sea “aquí” lo que
sea) para vivir entre panfletos y
dogmas.
II
Todo el mundo tiene derecho a conservar la fantasía de la
infancia, y eso es bonito y es justo, pero, por ejemplo, convertir a una persona en momia, como se
pretendió con el cadáver de Hugo Chávez, tiene tanto de romería, de atavismo religioso,
contra el que, creo yo, deberíamos ir peleando, que uno se queda un poco
estupefacto y barrunta que no vaya a ser que la revolución se transforme en una
cosa cateta y monacal donde tengan más importancia las estatuas, uniformes y
banderas (y las momias) que ese proyecto, humano de emancipación.
III
Porque así, dándonos tanto la razón, terminamos como en esas reuniones de amigos
borrachos de unanimidad, donde a todo decimos
vale y a todo decimos sí, porque somos de puta madre todos y cada uno de
nosotros, y que la revolución no se ha
hecho todavía, pero que está al caer. Luego salimos a la calle y constatamos
que como escribía Alfonso Sastre: “ Miro
por la ventana y veo que es domingo/ y que en la calle vestida de domingo/ la
gente parece muy conforme con el domingo/ y con toda la vida en general”.
IV
También están los que
el ímpetu revolucionario les viene de dentro, como el color de los ojos y no necesitan ni libros, ni tratados, ni mucho
menos razonamientos porque en la razón se aloja, como una lapa reaccionaria, la duda. Y con la
cabeza llena de dudas (razonables) a ver quién es el guapo que coge un fusil.
No sé si me explico.
V
A mí la propaganda me
parece estupendamente para tomar la plaza pública, para vender perfumes y hasta
para echarse una novia, pero para la alerta intelectual y el propio criterio,
me parece la propaganda perniciosa. Como
si fuésemos por la vida siempre intoxicados.
VI
Todo esto lo escribo porque encontré en un mercadillo el
manifiesto de Partido Alemán de los Trabajadores, traducido por al español por uno de la época y
he leído hasta donde la náusea me ha permitido. Buscaba en el texto analogías
fundacionales con otras causas extremas, buscaba los nexos grandilocuentes por
donde la verborrea hermana ideologías opuestas, pero no, de verdad que no. Tiene
uno cierta facilidad para ponerse en el lugar de los otros, pero por más que
pretendan ahora los revisionistas, equiparar al nazismo y al comunismo, y hacer tabla rasa de todas las ideas más o
menos mesiánicas, más o menos radicales, no son comparables ni los principios,
ni los medios, ni sobre todo los fines de estos dos grandes vértices del
pensamiento, la lucha y la guerra del siglo XX. Los
crímenes cometidos por los unos y los otros, sí.
VII
Ya metidos en faena, he leído otra vez ese estremecedor
diario que escribió Manuel Barbadillo, casi simultáneamente a cómo iba transcurriendo los hechos del drama del primer año de
ocupación de Sanlúcar de Barrameda por las tropas del general fascista
Francisco Franco.
Consideraciones literarias al margen, este libro “Excidio” conmueve
el doble porque está escrito por una persona de derechas. Se siente en su
relato el temor y la pleitesía, a veces incluso cierta levedad aristocrática.
Pero ni la afinidad ideológica del autor con los militares y con los
falangistas, ni algunas de las justificaciones de los asesinatos cometidos por
éstos, son capaces de evitar el sentimiento de horror y hasta de piedad, que
este hombre siente por sus vecinos fusilados. A veces, con gran elegancia, el
autor desliza el crimen, supuesto o real, por el que fueron hechos presos y,
como decimos, posteriormente asesinados en cualquier tapia de cementerio o en
medio de unos viñedos estas personas. Los crímenes son tan difusos, tan
insignificantes, que el hecho de citarlos, no puede ser otra cosa que una
denuncia, no de ese crimen, sino del otro, del verdadero que perpetraba
impunemente ese glorioso ejército nacional y sus ayudantes, los temibles
paisanos falangistas.
VIII
Insisto; cuando se dice que no, que todas las ideas, cuando
grandes y revolucionarias, son iguales,
cuando se tiende a ese relativismo moral, puede ser bastante esclarecedor hacer
una pequeña (y macabra) relación de a quiénes mataban los fascistas, quiero
decir de a qué se dedicaban los que fueron exterminados.
En este librito, “Excidio”, se dan de una manera casi
notarial, nombres, apellidos y ocupación de los asesinados. Echemos un vistazo:
Manuel Brito Vidal, confitero. Miguel Valencia Serrano “Chavera”,
gitano. José López Chía, aguador. José Blasco Romero, albañil. El campana, cantaor. Manuel Gutiérrez Pérez “La osa” afeminado. Juan Gil Gómez, marinero.
Juan Domínguez, electricista.
Agustín Lara, torerete. Francisco
Galán, gitano. Tomás Ponce Fanega, camarero. Antonio González Raposo, campesino. Manuel reyes, ex guardia de arbitrios. Antolino, operador de cine. Palma, marinero…
Y así muchos más, muchísimos; campesinos, panaderos, obreros
carpinteros…también algunos militantes socialistas, anarquista o simplemente
republicanos.
No sé si el señor Manuel Barbadillo tuvo intención de
esclarecer algo con su meticulosa
información de los nombres y profesiones de cada uno de los asesinados. Lo que
uno sí siente, comprende y sabe, es que
resulta, efectivamente, muy esclarecedora esa macabra lista. Lo que uno
comprende enseguida, es a quiénes
consideraban los falangistas “El enemigo” y contra quiénes luchaban. Ya digo; albañiles,
campesinos, marineros, oficinistas…
2 comentarios:
no estaria de mas decir que la foto que ilustra tan magnifico articulo esta capturada de mi blog. Un saludo. Salvador Daza.
Amigo Salvador: Lo puse, bueno para ser concreto puse lo siguiente: La foto está tomada de Sanlúcar televisión e ilustraba un buen artículo de Salvador Daza. ¿Por qué no ha salido? no lo sé. Hablaré con los duendes informáticos, no puedo ponerlo ahora, como pie de foto al menos porque no sé...saludos.
GALLARDOSKI
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