miércoles, 27 de febrero de 2008

ORIENTE EXTREMO



Nosotros apenas podemos asumir grados tan extremos de sacrificio.
Nosotros que detectamos un bulto en nuestras rodillas y acudimos raudos a los doctores o chamanes en busca de alivio, vaticinio o diagnóstico.

El fanático , el desesperado joven palestino que se inmola a las puertas de un centro comercial en la víspera del descanso judío está proclamando a su enemigo la imposibilidad de la victoria y el quimérico tamaño de su rabia.

Aunque se trata de la vieja estrategia de la guerrilla política: Acción- Reacción elevada a unos límites de violencia paroxística; el suicidio, la desaparición física objetiva del culpable del crimen consigue el propósito que ha perseguido: Desmontar toda la estructura cívica, judicial y ética con la que el mundo occidental gobierna el planeta desde los tiempos de Hammurabi a nuestros días. El ojo por ojo se desmonta en el propio caos de vísceras y sangre con que el criminal ya se ha ajusticiado a sí mismo.

Buscaremos entonces a los inductores, a los hacedores intelectuales del crimen, a los simpatizantes.

No hay ojo que cegar. Ni diente que romper. ¿A qué venganza atenernos si, además estos crímenes no estamos dispuestos a entenderlos como catástrofe?

Anterior al denostado Código de Hammurabi tuvo nuestra especie como elemento de venganza “La maldición de la sangre”. Ese era el objetivo político del palestino inmolado.

Ese es el camino desde el que no hay negociación, reconciliación, paz posible. Por eso la lógica bélica y fascista del ejército judío no es descabellada. Es simplemente genocida y fascista. El asedio, el asesinato – así llamado- selectivo, la tortura, la humillación a la que se somete al pueblo palestino que tiene su parangón histórico en la invasión nazi del gueto de Varsovia, todo ello obedece al objetivo que rubricara con su carne explotada y esparcida a cachos por las aceras de Jerusalén el mártir desesperado y fanático.

El escupitajo, el desprecio es tan inmenso que apenas podemos concebirlo. De la misma manera que ninguno de los tripulantes que asistieron al horror del secuestro de su avión y el posterior abordaje a las torres gemelas el fatídico once de septiembre, podían concebir la inminencia de la muerte.

Unos tipos con un cutex amenazan y secuestran a decenas de personas. El hombre occidental no está preparado para asumir la muerte aunque diariamente mate y muera.

No se arroga heroicidades dispara al enemigo desde las alturas arriesgando menos vidas humanas los EEUU durante uno de sus castigos bélicos que en cualquier fin de semana loco por las carreteras de Oklahoma.

El hombre occidental ha desterrado esta idea, por ello aparta el pensamiento de la muerte en cuanto este se produce, por ello ha optado por una suerte de hedonismo cobardica y miserable para vivir sus días.

El hombre se hizo para durar un periodo, una medida de tiempo que rondaba los cuarenta o cincuenta años en el mejor de los casos, según los planes biológicos que Natura maneja.

El ser humano occidental ha doblado esa esperanza de vida. Ha domesticado la muerte y vive una dilatada madurez. Nosotros, muchos de nosotros –yo no, yo ni eso- también tenemos una religión, se supone que abrazaremos unas ideas más o menos nobles- yo apenas- que entendemos nuestro paso por la tierra desde una voluntad de trascendencia....(yo jajajá) pero ninguno, ni siquiera los más obcecados , los más intransigentes arriesgarán un céntimo de bienestar.

¿Cómo suponer , cómo percibir que alguien en aras de otra vida, de un más allá tan improbable que ninguno de nosotros es capaz de dar no ya la vida, sino un diezmo de nuestros bienes, de nuestros placeres, sea capaz de morir? . Por eso Babilonia tiembla. Tiembla y baraja en sus estertores de bestia malherida, la posibilidad del exterminio.

miércoles, 20 de febrero de 2008

FATIGA

Los que me conocen, saben que yo tengo un problema que viene de lejos. Con los años, este mal que padezco, no ha hecho sino empeorar.

Se manifiesta en forma de bajada de la tensión arterial cada vez que algún sádico o alguna sádica, se empeña en cantarme las excelencias de sus enfermedades, o me narra sus intervenciones quirúrgicas con tal lujo de detalles que piensa uno que al sádico (o sádica), le abrieron la barriga sin anestesia ni nada, para que pudiera luego soltar su experiencia por los bares y enseñar sus asquerosas cicatrices como trofeos de guerra.

Este mal que padezco no se me notaba mucho porque tampoco me junto con gente muy mala.

Lo que me preocupa es que voy constatando cómo esta aversión se está extendiendo a otros ámbitos de mi raquítica vida social.

Yo digo siempre que me entra la fatiga, porque todavía no me siento tan intelectual como para reivindicar la náusea, cuando me cruzo con la vanidad esa que tienen los artistas.

Temo que esa fatiga frente a sus insufribles “ en mi penúltimo artículo ya dejo claro mi opinión sobre esto y sobre lo otro” o sus “Lo que yo te diga” o: “el grueso de mi obra poética” o ese: “El público me aplaudió entusiasmado” o : “Me han llamado de aquí y de allí para que vaya yo acá o acullá a pasear mi palmito” temo, decía, que esa fatiga degenere en desmayos de marquesa o en bajadas de tensión, porque los artistazos pensarán enseguida que me reconcome la envidia y no se van a creer jamás lo de la fatiga.

Tengo un amigo poeta que siempre me dice: ¿pero es que no hay nadie humilde?.

Sí lo hay: Chano Lobato, que tuvo el otro día que hablar en Madrid, y afirmó de sí mismo que “parecía un Castelar, en embustero”.

Así no se hace el ridículo en ninguna parte.

Los pavos reales, sin embargo, son triste carne de parodia en cuanto se van del garito moviendo su culito pinturero.

Fatiga, me está entrando solo de pensarlo, ¡ay!.

martes, 12 de febrero de 2008

POÉTICAS


Todos hemos glosado la tragedia de moda.
Todos hemos puesto un negrito entre verso y verso.
Un negrito que agoniza.

Los más ambiciosos
han puesto un país entero de negros o de moros
entre sus rimas subvencionadas.

La costa de Tarifa es ya
un objeto poético de primer orden.

Y el cuerno de África
una metáfora que se repite insistente
entre congreso y congreso
entre almuerzo, merienda y cena.

Hace algunas décadas todo el mundo
había escrito una revolución al menos en su vida.
Y todo el mundo tenía un obrero en su armario
que sacaban de cuando en cuando
con delectación erótica.

Y luego está la otra tendencia:

Los canallitas, que entre mierda, qué resaca
y soy la ostia negociando con las putas
se hacen la permanente
para que oscilen sus cabellos
en el frío glaciar de la noche postmoderna
entre cubata de ron y bourbon cinematográfico.


(De “Habitación 215”)

domingo, 3 de febrero de 2008

¿SE PUEDE?


Tengo un amigo que ha decidido quitar de su blog los comentarios. Yo no estoy de acuerdo con eso, los comentarios como dice uno que anda por ahí, son muchas veces lo mejor de este invento modernito del blog.

No administro, no censuro, no diseño este invento modernito. Es obra del Pernales. Yo me limito a confeccionar la parte chunga, la que suscita comentarios más o menos despectivos, la que inspira a desconocidos ( o sobradamente conocidos) a echarse largas parrafadas porque una frase que uno ha escrito, qué cruz, le ha tocado los cojones.

Uno pensaba que casi todo el mundo lo quería y esta certeza es ya, en sí misma, una vanidad terrible de la que me avergüenzo sinceramente. Trato de buscar el comentario, la cagada, la afrenta intolerable con la que me gané éste o aquél enemigo, es un ejercicio agotador porque cuesta mucho ponerse en el lugar del otro, sobre todo cuando los unos y los otros hemos ocultado algunas cartas fundamentales en la partida esta de la amistad y la vida.

A veces mando señales, banderas blancas con las que quiero reconciliarme con gente…eh tú; ando por aquí todavía, pero no se ven estas banderas o parecen otra prueba más de engreimiento.

Otras, se me ha roto algo para siempre con viejos compañeros de altiveces y farras y es que ya no puedo, aunque quiera, volver a brindar con esa euforia y solemnidad con la que podía hacerlo antes de la catástrofe.

Las más, un amigo de otro amigo a través de un tercero que le dijo a un cuarto en una presentación de un libro o en una tocata de esas en un garito infestado de humo a la que yo no pude ir porque no quería o no tenía maldita la gana se enteró a través de un comentario que uno había dicho que la obra de mengano era una reverenda porquería o una especie de timo y qué raro que diga el gallardoski eso cuando se ha ofrecido mil veces a presentar esa obra que ahora gracias a la maledicencia de fulano ha llegado por fin a mis oídos lo que piensa gallardoski ( y el hermano el de la guitarrita es por el estilo, es más bueno, pero es por el estilo, no te creas) y ya del gallardoski no me fío un pelo, no me fío ná de ná de este capullo que además antes más o menos era guay y tenía marchita en lo que escribía pero ahora ya no, ahora que ya no me fío me doy cuenta de la magnitud del timo de esta especie de analfabeto que va por ahí con aires de poeta, t ata t ata ta, o peor aún de Sabinita de pueblo , de canallita de fin de semana este gallardoski que no canta con lo bien que canta su hermano, que toca la guitarra como Santana emporrado, esto es sensibleramente y mal, y que siempre está pensando en sí mismo Narciso Gallardo, y no en la humanidad entera y que se ha hecho para colmo muy amiguito de zutano que ya sabes cómo las gasta zutano y que en su paroxismo de ridiculez pueblerina, como tú mismo habrás comprobado, que no lo digo yo, que a las pruebas me remito, dice que es editor y seguramente se estará forrando de dinero o de contactos buenos, de esos que sueltan premios a cascoporro y que están en todos los jurados, que es lo que a él le gusta: estar en los jurados y en los mercadeos de la palabra y salir en la tedecé a hacer como si no le importara la cámara, pero poniendo vocecillas de locutor de radio tres, para decir cuatro sandeces que a nadie importan ni a nadie gustan, todo a costa de la buena voluntad de los escritores y los músicos que, pobres de ellos, han confiado y le han mandado los manuscritos a este iletrado que no sabe ná y es más sanluqueño que las papas, como lo hicimos nosotros cuando llegó con sus moditos y sus soberbias ha decirnos que contáramos con él para lo que sea y ahora ni coge el teléfono y el capullo cuando lo llamo, y que conste que lo llamo nada más que para decirle claritas tres cositas a este gallardoski, qué quién es gallardoski? Joder colega, ese que escribe en el periódico del pueblo y se cree tararí tarará y siempre se lo creerá. Y vuelta a empezar.


Esto es una antología reducida de lo que más o menos ha ido uno oyendo por ahí. Por eso lo de los comentarios del blog, de los que me dice el Pernales que si quiero quitarlos, me dejan bastante frío. Además como son anónimos, no puedo sentir punzada alguna de traición o desengaño.

Así que seguid, ciudadanos, no me gustáis cuando calláis que parecéis como ausentes, y todo esto se hace para que estéis todos. Algunos incluso de cuerpo presente.

Un besito.