I
En Word han mantenido,
más o menos, la iconografía del
folio en blanco. Abres ese misterio del procesador de textos y aparece, como un
vestigio del pasado. Seguramente se podrá cambiar la configuración, pero uno
tiene el ordenador tal y como se lo instalaron.
Si el informático hubiese puesto como salvapantallas una
foto de su novia, de su madre o de Marco Polo, ahí estaría la foto, porque no nos hubiésemos atrevido a
cambiarla. Con los expertos en cualquier cosa se comporta uno como con los
médicos. Si al primer vistazo te dicen, a lo mejor porque son, además de médicos, unos cabronazos: “Tiene usted que dejar los
palitos de marisco”, de momento desterramos de nuestra dieta a ese sucedáneo.
Así que seguimos enfrentándonos al temido folio en blanco. A
su arrogancia insoportable y pulcrísima que viene a decirnos “A ver qué se te
ocurre, con qué vas a llenar este vacío”
Y van, como cagaditas
de mosca, las letras formando su hilera, construyendo este otro mundo.
Cesar Vallejo estuvo así, como estoy yo ahora, ante un folio
en blanco. Y garabateó en él, con aquella letra suya, elaborada y farragosa,
versos enormes: “Amada, en esta noche tú
te has crucificado/sobre los dos maderos curvados de mi beso;/ y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,/y
que hay un viernes santo más dulce que ese beso.”
Seguramente el soneto lo retocó doscientas veces,
seguramente tuvo que cuadrar algún acento, a lo mejor hasta contó algunas sílabas, pero lo que es seguro es que esos
dos primeros versos: “Amada, en esta noche tú te has sacrificado / sobre los
dos maderos curvados de mi beso” Esos dos al menos, nacieron de esa cosa, todavía sagrada, que sólo tiene la poesía. De ese enigma maravilloso que
convierte la aridez del folio en blanco en un poema, la soledad de un piano en
una sonata, la naturaleza muerta con limones, naranjas y una rosa, en un instante del tiempo detenido por Zurbarán
para los siglos venideros.
II
Ese encuentro antes lo buscábamos, nos creíamos capaces de
sentir el pellizco y que surgiera el poema. A veces sentíamos el pellizco, bien
fuerte, pero lo que nos salía no tenía que ver con lo sublime, más bien era un
hematoma, por culpa del pellizco.
Ahora, cuando nos venimos a escribir, no hacemos otra cosa
que dar fe de vida. Anotar el día. Si es bueno (el día) lo hacemos con Vallejo,
con la música, con los amigos. Si es malo con el presidente del gobierno, con
la policía, con las bestias del poder.
III
Pessoa decía haber fracasado hasta en los intentos. Aunque
también, otro día, escribió el portugués universal: “Porque yo soy del tamaño
de lo que veo y no del tamaño de mi estatura”.
Pues casi todos los años, desde que leí esas dos sentencias Pessoanianas
y de eso hace más de veinte, me busco la
forma de ponerlas en algún folio en blanco, porque siempre vienen al caso.
IV
Cuando he salido esta mañana, he ido anotando
mentalmente el paseo. Qué extraña
perversión literaria, qué manera tan triste de pasearse. Si maulló un gato en
un portal, en vez de asistir al espectáculo, estaba, involuntariamente, dándole
mi cabeza forma al relato. Me he cruzado también con una mujer que parecía
estar como una cabra, hablaba sola y movía mucho los brazos, como si discutiera
con el aire, con sus fantasmas. Quedaba también recogida en esa especie de
archivo inconsciente que lleva uno encima.
Un poco más tarde he ido a ponerle unos cables de un equipo
de música a mi amigo Rafa, de la cafetería “Casa Dueñas” He puesto poca cosa,
la verdad, y menos mal que uno de los camareros supo cómo conectar los
altavoces para que saliese como un turbión, la música de jazz que leía el
reproductor, que si no todavía andaríamos allí, enredados. Entonces ha surgido
de la nada , un muchacho con un ordenador portátil que hace campañas
publicitarias y cosas para la televisión. Le ha preguntado a Rafa si conocía
algún escritor que pudiese escribir unos artículos que ilustraran sus
reportajes. Rafa, que me conoce, le ha dicho ahí tienes a uno, él podrá
informarte. Y tras toda una mañana
ejerciendo de escritor clandestino, he puesto cara de idiota, he pensando en
Vallejo y en Pessoa, y en vez de
ofertarme, le he dado la dirección y el nombre de un amigo.
No me pregunten por qué. Ya lo hará la familia.
1 comentario:
Hola, te agradeceré puedas escribir el nombre del autor de la pintura, mi nombre es ERNEST DESCALS y el título Casino de Cadaqués, muchas gracias, y saludos.
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