Apuntabas a la cabeza de mujeres y hombres
Y ladraban los perros por los callejones.
Todo aquel bullicio de amenazas y órdenes,
Ese griterío de varones en guerra,
Y el lamento ahogado de terror en los niños.
Conseguiste abrirte paso entre chabolas
Pateando las puertas que se te antojaban.
Llevabas como un broche, colgado en la solapa
De tu corazón, la obscena propaganda
De tu justicia infinita.
Tu amada compra un vestido, un jarrón, unas flores,
Visita alegremente otra inmobiliaria
Cogida va del brazo de su mejor amiga
Y teje cada tarde sueños occidentales.
Lechera con su jarra, ajena a los fracasos,
Normal y previsible, fantasías modestas.
El precio de sus vidas compromete tu espacio,
Pero apenas arriesgas el fulgor de una lente,
¿A cuánto estará el pleonasmo a esta altura del curso?
¿Cuánto vale ahora el precio del dinero?
Con cada mensualidad vas poniendo un ladrillo
Reestructuras los tonos del gran cuarto de baño
En el que al principio os amareis como fieras
Tú y ella, felices, bien casados, pasionales
Y esta gente que lucha por otros paraísos
Por vivir como pueden sus días en la tierra.
¿Qué podrás oponer a su espanto diario,
Cuando apareces tú; el moderno cruzado?
¿qué dirás si preguntan quién te trajo a esta guerra?
¿Un puñado de euros, un chalé,
una parcela?.
1 comentario:
Excelente, excelente...no tengo palabaras para decirte, juan antonio, el respeto profundo que me sugiere esta poesía tuya.
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