martes, 3 de junio de 2008

ARTICULISTA

El articulista de pueblo termina siendo como esos dibujantes de prensa a los que se les exige para cada día una viñeta alusiva a las urgencias de la actualidad.

El dibujante de prensa no es que no sepa dibujar mejor, es que la actualidad más perentoria no da más que para garabatos y monigotes, como los de algún pintamonas moderno pero sin la exquisitez del enmarcado o del museo de psicópatas que está siempre regentado por alguna damisela pija, otrora musa de la movida madrileña.

Lo mismo ocurre con el articulista de pueblo, seguro que escribe de puta madre, pero la actualidad no da más que para extravagancias.

Pero seamos sinceros: En verdad al articulista de pueblo nadie le pide nada, se quiere decir que él escribe de la actualidad o del paso de las estaciones meteorológicas porque le sale de los huevos (si es varón) , y no porque ande nadie exigiéndole temarios, argumentos o motivaciones.

El articulista de pueblo es muchas veces poeta lírico. Tampoco le pide nadie que vomite sus versos sobre la pantalla de su ordenador, pero el poeta pota cada vez que le viene, cada vez que se mete un poemario de otro genio entre pecho y espalda o cada vez que le pasa algo más o menos raro en su vida.

El poeta pota. Con esta gilipollez más de un genio hace una exposición de poemas visuales, extremos y radicales como un piercing en el glande.

El articulista de pueblo siente que le queda el consuelo de que el tiempo es inexorable y que exceptuando a Tina Turner, que hasta cuando tenía quince años aparentaba cuarenta y cinco, el tiempo pasa para todos igual.

Por eso el articulista moderno escribe ya casi de oficio, retrata como puede lo
que se encuentra por el mundo y a final de mes, mira ansioso como un adicto, si los putos empresarios de la comunicación le han ingresado los miserables cincuenta euros que más o menos vale su arte y olé.

En otras publicaciones en las que el articulista de pueblo colabora no le pagan ni una chica, pero recibe el cariño de lo que, engolado como un pavo real de las letras, el articulista moderno llama: Su público.

El público de los artistas modernos y de pueblo suele ser un círculo de amistades y familiares con mucha buena voluntad.

El artista de pueblo sabe casi todo de esta gente y no es raro que como la Santísima Trinidad, se le presente su público mientras escribe, garabatea o toca la bandurria, pero a los artistas de pueblo les gusta mucho decirse, entre ellos: “He oído por ahí que mi último tararí tarará está gustando mucho…y mantienen una incógnita patética, como si no supieran todos hasta el número de DNI del pavo/a que dijo eso.

Si uno pudiera se quitaría ya de artistazo de pueblo, de poetastro atontao o de cantante de boleros. Se dedicaría uno a mirar los atardeceres fumando una pipa, como Chanquete, o se quedaría uno buscando guarrerías por Internet o se pondría uno a escuchar absorto la música de Bach, mientras leemos al viejo Celine. Pero no puede uno abstraerse ya, porque, como las folclóricas y los toreros, se debe uno a su público.

Y nos remitimos al sesudo análisis que sobre nuestro público se hace en este fantástico texto.

Salud.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Por fin gallardoski cabalgas de nuevo! ¡Te queremos en la contraportada de Sanlúcar Información ¡ya!.

Besos.

MARÍA

Anónimo dijo...

a mi me gusta mas la publi del alcampo. Este pais el libre Maria. Es lo que habeis querido. Se siente

Anónimo dijo...

¿tú no lo habías querido que fuera libre este país? ya se ve que sientes que haya libertad. Nosotros la defenderemos hasta para que tú puedas decir tonterías señor "ALcampo"