domingo, 20 de julio de 2008

COMPROMISO POLÍTICO


Había un matón que cuando me veía, me gritaba siempre cosas espantosas, me daba un cate sin ningún motivo y buscaba en mi persona cualquier tontería para burlarse.
En fin, que uno lo único que podía hacer era plantarle cara, darle un par de buenos golpes estilo Bruce Lee y una vez concluida la batalla y medio tieso el combatiente, señalarle con el dedo - en plan oriental también- y advertirle de que Gallardoski niño, no se andaba con chiquitas.
Le planté cara, pero ni las katas de la muerte ni el dedito deícida, que diría Vallejo pudieron ser. El matón después de tirarme al suelo con manifiesta facilidad, me dio un par de puñetazos y cuando pude levantarme y salir cagando leches, rubricó su victoria con una humillante patada en el culo de la que mi orgullo aún se resiente.
Lo cierto es que pasaron los años y la justicia poética vino en mi auxilio; el matón se quedó chiquitillo y enclenque, fumaba mucho y seguro que se mataba a pajas ilustradas por sádicos pensamientos, mientras que, por el contrario, yo crecía y me ponía más fuerte y más chulo y me la tocaba lo justo.
Así que un día pensé en vengarme, escenificar al fin mi furia oriental frente al otrora temible matón que era ya, decididamente, canijo y penoso. Al fin, cuando lo tuve delante y él me miraba con esa resignación de víctima, sabiendo que se merecía un par de hostias, alargué mi mano pero no para endiñarle, sino para estrechar la suya.

Se le saltaron dos lágrimas y yo me fui más contento que unas pascuas sabiendo que con esa batalla había ganado la guerra. Me parece que ese fue el primer compromiso político de mi vida.

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