sábado, 6 de marzo de 2010

PROFESIONES MODERNAS




Los cambios sociales y culturales que vamos viviendo van a producir nuevas ocupaciones, carreras y oficios. Cuando la cruzada antitabaco alcance su próximo paroxismo, agotadas ya las imágenes truculentas, los mensajes terroríficos en las cajetillas, que se diría que no hay enfermedad o tribulación de nuestros cuerpos que no sea provocada por la diabólica nicotina, se instaurará en nuestras ciudades, pueblos, aldeas y pagos, la figura del “Olisqueador”.

Para acceder a tan reputado puesto, el Olisqueador tendrá que hacer un ciclo medio de enfermería o de prevención de riesgos. Adquirido ese título, añadiéndole vocación que al Olisqueador , como a los soldados el valor, se le supone y con una pituitaria adecuada, el Olisqueador podrá ejercer su novísima profesión y dedicarse a entrar en los garitos con la nariz respingando a la búsqueda de algún pecador contra sí mismo y contra terceros, contra el medio ambiente y contra el buen gusto, que cometa la osadía de fumarse un cigarrito, ese delito moderno al que nos abocaron desde chiquillos, héroes cinematográficos, mitos literarios y hasta iconos políticos como Santiago Carrillo.

El Olisqueador podrá denunciar al fumador aunque ya esté el cigarrillo apagado porque se sabe que su formación le faculta para ello. Los Olisqueadores irán vestidos de paisano, para despistar a los pérfidos fumetas, pero cuando se monten cenas de gala o se otorguen medallas al Olisqueador más arrojado (el que se cuela por la ventana en el despacho de alguien y lo pilla fumando, el que se infiltra en los lupanares y observa cómo clientes y meretrices festejan la consecución orgásmica con un pitillo) podrán ponerse el uniforme oficial del Cuerpo Nacional de Olisqueadores. Los atributos del uniforme, vestido o disfraz los dejo para la imaginación que presumo en mis lectores, esa inmensa minoría, que dijo Juan Ramón para consolarnos a los junta palabras fracasados.

Los Olisqueadores se llevarán muy bien con los Vigías. Los Vigías necesitarán para ejercer su trabajo una titulación análoga, serán como los Olisqueadores producto de los nuevos tiempos y de las nuevas tecnologías y sus atribuciones laborales no serán otras que las de observar desde una computadora más grande que Barcelona, los movimientos internautas de sus vecinos. Si un vecino, pongamos, se dedica en sus horas de asueto a visitar páginas pornográficas en Internet, el vigía lo cazará in fraganti y luego, en la comunidad de vecinos tendrá todo el derecho y la obligación de denunciarle.

Huelga decir que cada comunidad de vecinos deberá, por ley, tener un vigía. El vecino denunciado no sufrirá más sanción que el público escarnio al que será sometido por la junta de propietarios y por supuesto la sospecha ya eterna, de que entre esas páginas pornográficas que el vecino visita con los pantalones por las rodillas y la mano tonta haciéndole cosquillas en el glande, pudiera haber alguna foto en la que un menor de edad, es grotescamente vejado. El Vigía puede además trabajar conjuntamente con el Olisqueador y conseguir entre ambos que nadie se sienta seguro, lo que a su vez propiciará que todos estemos mucho más seguros. Esto parece una paradoja pero no lo es.

Porque para que las paradojas y los contrasentidos no nos perturben nuestro intelecto, será creada una profesión, ésta ya de un nivel alto en la baremación profesional y con necesidad de doctorado en las universidades creadas a tal fin por los poderes públicos. Les hablo, queridos amigos, del “Eufemista”.

El “Eufemista” actuará como un poeta perverso y se prodigará en la propaganda. Cuando se enchirone y torture a un detenido, el “Eufemista” saldrá en las televisiones locales (todas las televisiones locales y toda la prensa provincial contará entre sus filas con un “Eufemista” como mínimo ) y dirá: “Al detenido se le ha aplicado una presión física moderada por su negación a colaborar con la justicia”.

El futuro es Orwelliano y siniestro, caballeros, crearemos vendedores de alfombras voladoras, opinólogos visionarios, domadores de medusas, tasadores de ingles, intelectuales cofrades, psicólogos de muertos, boletos de alegría, boletos de pena, boletos de deseo…un mundo de cobardes y mediocres que harán suyo aquel verso premonitorio de Miguel Hernández “El hombre acecha al hombre”.

JUAN ANTONIO GALLARDO.-.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, pero El Eufemista no es un oficio que esté por llegar, sino ya está entre nosotros y los/las sufrimos a diario en la tele, radio y prensa.