lunes, 8 de noviembre de 2010

BOCAZAS

A Sánchez Dragó



El viajero es casi siempre un mentiroso empedernido; la emoción del viaje, las posibilidades novelísticas del anonimato, las íntimas fantasías con las que cada uno gestiona su vida secreta, todos esos factores se concentran y transforman al viajero en novelista y, a veces, en apologista de sí mismo.


Los arrojados marinos que se embarcaban hacia aquellas Indias equivocadas y malditas- lean a Sánchez Ferlosio- contaban a su regreso los más gordos embustes, quimeras de niños chicos; ígneos dragones tropicales, manantiales de oro líquido, bellísimas doncellas desnudas expectantes ante el falo infalible del hombre blanco.

De los cuentos y patrañas del viajero se ha nutrido buena parte de la literatura de aventuras, desde Ulises a Gulliver, pasando por ese viaje alucinado, paradójico y hermosamente demente que emprende Alonso Quijano a lomos de Rocinante.

Los viajeros más mentirosos son los hombres, raro es el viajero solitario que en su deambular por ciudades desconocidas no se haya follado o se hubiera podido follar a muchas mujeres porque, como se sabe, las indígenas desde Nueva York a Pekín no hacen otra cosa que suspirar por los encantos del viajero y más si se trata de un espécimen español de España y olé.

Si fatalmente se produce la nomenclatura “Viajero-escritor” el tamaño de las fábulas con que se adornen al regreso ya sea sobre el papel o en las barras de los bares, será colosal.

Sánchez Dragó es todavía, a sus años, un proyecto de escritor. Su obra ha sido alabada sobradamente sobre todo por él mismo, sus artículos periodísticos están siempre a medio terminar y probablemente sea su mejor novela esa que se ha encargado de vender a jóvenes poetas pajilleros y a enamoradizas poetisas menstruantes; esto es su propia mitología de viajero, impenitente follador, valiente aventurero de las drogas y espiritista fumao que ha visto desde la cara blanca y centroeuropea de dios hasta el terrible rostro descompuesto del demonio.

Su chulería con las dos niñas japonesas le ha salido cara al pobre. Cuanto más viejo y más facha se hace, más tonto se vuelve.

Abomina del estado, como tantos otros conocidos que tiene uno, cuando lleva toda la puta vida viviendo -bastante bien- de los presupuestos generales del mismo.

Echa pestes sobre la televisión y ha venido a ser en el imaginario popular el Espinete del mundo de las letras.

Lanza diatribas morales en cuanto le ponen un micrófono cerca de la boca y nos viene a contar en plan machote de barra cómo se lo montó con las dos chiquillas.

Después ha rectificado, como un avergonzado viejecito verde, y ha venido ha decir que todo es cuento, que como buen español es de los que comen una y cuentan veinte, que tiene mucha imaginación y también mucha cara.

No entraré a valorar las inmundicias del comportamiento de nadie y menos de este neo falangista orgulloso de sí mismo hasta provocar fatiga pero, dejando a una parte cielos que diría Calderón, el pecado de nacer, tiene el Dragó el privilegio de ser nombrado “Bocazas oficial de las letras españolas” .

Te lo has ganado pichabrava y mira que había candidatos.




2 comentarios:

Piniófilo dijo...

Con tipos como este, Las Noches Blancas de Tele-Madrid, se vuelven oscuras Memorias del Subsuelo, todos nos sentimos Humillados y Ofendidos,
...dos "zorritas" de 13 años,...Pobres Gentes...

Anónimo dijo...

Sólo una cosita, Juan Antonio. Lo de neofalangista es una imprecisión y hasta un halago, imputable a la chochez del personajillo; no obstante, en la antología de la literatura fascista española de Julio Rodríguez Puértolas (Akal) hay sendos textos del interfecto que dan cuenta de su filia por las camisas azules, pardas y negras.
Samuel Izquierdo