miércoles, 23 de abril de 2008

ORGULLO

Los orgullos que yo tengo a lo mejor no son orgullosos ni nada.

Que nos fíen los libreros, que los taberneros nos abracen bajo su sombrajo, que los músicos nos inviten alguna vez al escenario.

Son modestas conquistas que a nadie conmoverán más que a mí. Por ejemplo, que nos llamen por teléfono los amigos, a mi compañera y a un servidor de ustedes, cuando llega el fin de semana porque quieren estar con nosotros. Y que nos reciban con una sonrisa generosa y franca. Y que lleguen la conversación y la risa y que cuando concluye la noche a altas horas de la madrugada nos sintamos confortados por la compañía.

Ya sé que esto no es muy importante (solo cuando deja de sonar el teléfono empieza a serlo) pero es muy agradable y muy bueno para la estima y los nervios de uno.

O por ejemplo que personas a las que admiro porque son sensibles y sabias vengan a regalarme, recién impreso, un libro de poemas donde leeremos “Tu boca tomaré/ -soy ladrón y robo-/ por asalto, de noche/ hasta abrirla del todo”. Luego el amigo se extraña de que sienta mucha gratitud por su libro, y el que soy se calla y se marcha porque no se quiere entrar en enojosas explicaciones del afecto aunque dure – el afecto- ya casi dos décadas.

O la soberbia de sentirte amado por los tuyos cuando una hija que tienes y va creciendo, sigue celebrando cada noche tu llegada a la casa y destierra con su abrazo toda la soledad del día, toda la frustración de esta vida que si bien no será la gran vida, vida es y sigue siendo.

Los orgullos que yo tengo a lo mejor no son muy vistosos, ni tienen el postín heroico del que se sabe un mago, un poeta, un genio o un héroe. Modestas jactancias de la amistad y el respeto, pero como dice uno al que quiero mucho y por estas mismas páginas habita, quiero tener tan solo la urgencia impertinente de nunca tener prisa, de seguir así, como si nada, viviendo con esta gente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito, si señor. Ya tienes otra razón para sentirte orgullosos de tus orgullos.

Anónimo dijo...

Recién ando descubriendo todo esto, de click en click tratando de hacerme una idea de quien hay ahí detras... me gusta Internet por la generosidad con que la gente se enseña.
Este escrito merecía una parada y una sonrisa. Así da gusto asomarse.
Continuo.