domingo, 23 de septiembre de 2012

REALIDAD NACIONAL


Yo creo que ninguno de mis amigos se levantan por la mañana pensando si van a echar el día en una realidad nacional, en una nación de naciones o en un califato independiente.

A lo mejor por eso son mis amigos, porque son personas que se desperezan pensando: “joder vaya día que me espera” o  “tengo que renovar el carné de paro, o “dios mío tengo que pagar el recibo de la luz que me la cortan”  e incluso: “a ver si hoy consigo que Purita me dedique una de sus hermosas y avemaríapurísimas sonrisas”.

O se despiertan, algunos amigos míos,  con una  poesía en la cabeza, o con una musiquilla para rocanrolear luego con los colegas en el local de ensayo, e incluso con una erección impersonal y salvaje que se festeja como una bendición del alba.

Cuando yo era más joven, siempre que no entendía algo, no sé; la crueldad, el fascismo, los cuadros de Tapies…me consolaba pensando que con el tiempo iría acumulando conocimiento  y certezas. ¡Por los cojones! . Cada día estoy peor. Por no saber, no sé si tengo yo realidad nacional o no la tengo. Y de lo de los cuadros de Tapies ni te cuento.

Porque ¿dónde se termina mi realidad nacional? ¿En que frontera empieza por ejemplo la realidad nacional de un extremeño? ¿Se parece mi realidad nacional más a la de uno de Jaén o a la de uno de Almería? ¿Somos Antonio Tapies y yo compatriotas?

Yo creo,  por ejemplo que tengo una realidad, digamos internacional,  muy semejante a la de un habanero, por acento y por sabor,  y que me parezco más a un habanero que a un salmantino. En el baile no, en el baile me parezco más al salmantino que al cubano.

Pero vamos;  que puestos a minimizar tendría que hacer constar aquí que mi realidad nacional, siendo del Palomar, barrio marginal y obrero que nutrió de yonkis durante los sombríos años ochenta (aquí sí que había una movida, pero una movida de la hostia puta)  a las delegaciones de servicios sociales de varios pueblos a la redonda, no tiene nada que ver con la realidad nacional de uno de la Urbanización los Colonos, que infectó de pijos ni se sabe cuántos palcos y cuántas fiestas privadas con tarjeta y con piscina (ponían en las tarjetas: se recomienda traer ropa de baño, ergo piscina había,  y ya lo habían soltado, como las inmobiliarias) .

Tengo, cómo no, una identidad y está bien (o regular, no sé) tenerla. Unas costumbres, un paisaje, un idioma y un acento pero debo ser una mierda de patriota (valga la redundancia) porque me voy a echar unos días al Algarve y me entran unas formidables ganas de ser portugués, gallego si en Pontevedra, catalán si en Barna o pacense en Badajoz.
 Me parece que no puedo creer en esta patraña. Tampoco.

Fotografía: El autor ataviado con el típico traje regional de su aldea.

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