sábado, 16 de junio de 2007

LOS FLAMENQUITOS

Dentro del grupo humano de los espabilados, esos que consideran que su astucia es directamente proporcional a la estupidez que a uno le suponen, viene destacando “El Flamenquito”. He usado el diminutivo no solamente por achicarlos sino porque también conozco a los Flamencos cabales. Esos son de otra forma, gente con más años y sobre todo, con más vergüenza que estos rumberos de ensortijada melena, que se sientan sobre un cajón y percuten sobre el mismo como si tuvieran en las palmas de sus manos las llaves de una sabiduría telúrica inalcanzable para un payo infeliz, como yo. Tengo que relacionarme muchas veces con flamenquitos porque como llevo una temporada metido a cantante de boleros, coincidimos fatalmente en verbenas y saraos. Las concejalías de cultura de casi todos los pueblos, están ocupadas por un maestro de lengua y literatura, por un poeta de verso libertario, o por el más simpático de los que pululan por el ambigú de la sede del partido político, que es donde se decidió una noche de copas, quienes formarían el equipo de gobierno. Por eso, estos concejales, en cuanto ven llegar al flamenquito con sus camisas blancas o de lunares y esos aires de Rolling Stones lolailos, se ponen amables con ellos y les permiten que mientras el resto de los músicos del sarao, hemos sido puntuales y llevamos hora y media peleando con el técnico de sonido, para que aquello no sea una tómbola, el flamenquito se acomode en la barra y vaya pidiendo cubatas a cuenta de la corporación. El Flamenquito casi siempre toca la guitarra (flamenquita) o canta algo. Suele tocar regular tirando a mal, pero como le pega al instrumento con fuerza y posa de puta madre, no parece tan malo. Cantar tampoco sabe y su repertorio se limita a la rumba y a la bulería. Por fiestas, me parece que le dicen a esa especie de ataque de nervios sin afinación donde fingen poner el alma y lo que acostumbran a poner es la mano, el sombrero o el plato. Cuando alguno se entera, por mal del demonio, que soy o era poeta de pueblo, enseguida afirman que ellos también lo son. Siempre son poetas y bohemios, no falla, y casi todos han compuesto un fandango sensiblero o una coplilla. Nombran con afectación a Federico García Lorca, del que tienen un libro y al que te recomiendan, porque ellos, que aunque al final confiesan que jamás lo han leído, saben misteriosamente que Lorca es el poeta que vale. A lo mejor en su veneración por el poeta granadino, mezclan algún verso de Miguel Hernández o de Machado, que todos ellos han sido musicados y de ahí les viene la afición. Nunca se les ocurre pensar, que uno lleva algún tiempo pendiente de la poesía y que como ha consagrado bastantes horas de su vida a su estudio, puede saber una miaja más de poesía que ellos, puede ponderar con mayor fortuna los aciertos y los errores de un poeta. Al flamenquito tu opinión se la trae floja, en esto sí se parecen a la mayoría de los artistazos que uno ha ido conociendo en su vida, personajillos de la noche que llevan décadas ensimismados en su monólogo. Con todo, lo peor del flamenquito es que siempre te toma por un guiri, por un pijo o por un maestro escuela metido a canallita de fin de semana. Te salen con la santísima trinidad del arte grande; Lorca, como decíamos, que será como dios, El Camarón, su particular cristito de barro y la Virgen que es Paco de Lucía, al que todos llaman Paco, como si fueran primos o compadres. Se sienten con todo el derecho del mundo a echarte la mano por encima con esa conmiseración vomitiva y a pedir otro cubata con cargo a tu cuenta, porque, como son tan magníficos y tan de la tierra, uno debe financiarles su puta bohemia. Yo, en adelante, les voy a financiar un huevo. A la flamenca.
JUAN ANTONIO GALLARDO.-. AGOSTO DE 2006

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hay flamencos y flamencos,yo soy un flamenco rosado y que vuela alto

Anónimo dijo...

compañero hay flamencos y flamencos y yo soy un flamenco con las plumas rosadas y que mira al firmamento par volar alto

Anónimo dijo...

Un poco injusto este artículo no?
Yo soy flamenco y no me identifico en nada con lo que dices.