martes, 26 de junio de 2007

MATUTINAS

Alrededor del lavabo, una pequeñísima araña se afana por trepar la impoluta muralla de los saneamientos.

La observo y pienso que ese animal es consecuencia de miles de años de evolución, del entramado genético que nos conforma y nos hace más o menos primos lejanos a todos los seres vivientes.
La araña a simple vista es de una estupidez desalentadora y uno tiene que pensar que todos esos millones de años, toda esa matemática demencial de signos, causas y azares al final dan como resultado esto: Una araña estúpida tratando de trepar por el lavabo sin conseguirlo.

La eternidad, piensa uno, era esto. Mientras me cepillo los dientes, voy mirando el triste sino de la araña y decido por fin terminar con su inútil esfuerzo abriendo con fuerza el grifo. La araña se pierde por el sumidero del lavabo y de la memoria. La araña cae por un agujero que para ella es un abismo y, efectivamente, se abisma para siempre.

Ahora seguirá el melancólico bucle su lógica sedimentaria y algo se comerá los restos de mi arañita, otro animal se comerá al anterior hasta completar la cadena alimenticia. Exasperando el argumento del eterno retorno, puede resultar que algún día engulla yo mismo un cacho de los nutrientes de la araña que esta mañana he condenado al desastre.

Cuando yo me muera, lagarto, lagarto, que no me quemen joder, porque esa moda de la pira funeraria va contra la evolución. Que alimenten mis huesos y mis carnes a la legión de gusanitos y a otras bestias inmundas, para que siga la fiesta, para que el gato que salta por los tejados como un hirsuto relámpago de salvajismo urbano, sea casi pariente espiritual mío.
Y pienso hoy todas estas cosas, porque quería yo que saliera un bonito artículo, pero estoy que parece que me ha picado un bicho.

1 comentario:

FitoyFitipaldis dijo...

MATUTINAS:
Cuando yo me muera, lagarto, lagarto, que no me quemen joder, porque esa moda de la pira funeraria va contra la evolución.
( Gallardoski ).

EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA:
( Ian Gibson ).

Martínez Nadal le acompaño luego a la estación y le instalo en su coche cama. Entonces ocurrió la siguiente escena:
Alguien paso por el pasillo del coche cama. Federico, volviéndose rápidamente de espaldas, agitaba en el aire sus dos manos con los indices y meñiques extendidos:
-¡ Lagarto, lagarto, lagarto!
Le pregunte quien era.
- Un diputado por Granada. Un gafe y una mala persona.
Claramente nervioso y disgustado, Federico se puso en pie.
- Mira Rafael, vete y no te quedes en el anden. Voy a echar las cortinillas y me voy a meter en la cama para que no me vea ni me hable ese mal bicho.
Esa mala persona que tanto asusto a Federico no era sino Ramón Ruiz Alonso el " obreo amaestrado " de la CEDA. Apodo que al parecer le puso José Antonio Primo de Rivera, y personaje que tuvo que ver en la muerte del gran poeta Andaluz.

Me a encantado gallardoski ese guiño que le has hecho a Federico.