miércoles, 18 de julio de 2007

SARAOS

Ya no voy pero hace años tenía que hacerlo; reuniones familiares, comidas de negocios o bodas.

Hasta los treinta, y si has de ganar el pan con el sudor de tu frente, tienes que transigir y hacer el mamarracho en esos saraos insufribles.

Pero si tu compañera se aplica a disculparte “Es que es muy raro” y si además has salido alguna vez en la tele local haciéndote el chulito, el anfitrión del banquete no se tomará a mal que declines la invitación.
Dirá: No, el Gallardo no viene porque es un bohemio.

Sin embargo, cuando iba, lo que son las cosas, como enseguida me agarraba al vino y a los cubatas, me transmutaba. Era de los primeros en danzar al son de la porquería que el enfermo mental encargado de la música tuviera a bien programar.

En la mesa solía ser un buen contertulio y defender, pongamos, la exquisitez en su juego de Zidane y la elegancia estética de sus movimientos. En mi vida he visto yo a ese hombre jugar al fútbol, pero algo habría oído y como Athusser con el marxismo, amagaba yo la impostura y el timo.

¿Chistes? ¡Sabía mogollón! los contaba sin pretensiones de imitar al mariquita o al palurdo y la gente solía agradecerlo. Y si ya la borrachera era de esas que terminan en la taza del water como un cuadro de Jackson Pollock, era mi costumbre acabar cantando, guitarra en mano, todo mi repertorio que abarca desde Albert Hammond hasta Camela.

Cuando surgía alguna controversia en conversaciones de cierto nivel, cuestiones de siglos o de dinastías monárquicas, siempre había alguien que decía: “A ver Gallardo, tú que lees tantísimo: ¿En qué año comenzó la desamortización de Mendizabal, que estos no se enteran?.

Solía atragantárseme el cacho de pulpo aliñado que ya llevaba rato mascando como un chicle castizo. No tengo ni puta idea, yo no leo más que novelitas, ensayos inútiles y poesías anticuadas.

A lo mejor he dejado de ir a esas fiestas para evitar que me examinen y se de cuenta todo el mundo de que soy uno de esos que parece muy listo y muy inteligente y solo sabe que no sabe nada, como el griego.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

peculiar

Josegura dijo...

El peor maltrato que se le puede dar al vientre es comer en esos lugares de compromiso social, y la única virtud, la manzanilla a granel que es un regalo de Sánchez Ayala. Jozelito

Anónimo dijo...

di que si joselito,dique si,dique seco