sábado, 12 de mayo de 2012

ANTOLOGÍA POÉTICA





Casi todo el mundo, al menos por esta parte del planeta, se ha echado un cantecito alguna vez, en alguna reunión de amigos o de familiares, en las romerías o las verbenas. Un cantecito que suele estar auspiciado por la ingesta de mucho alcohol y otras sustancias. Casi todo el mundo canta fatal, pero eso no importa porque echarse el cante ya es una gracia y una animación y tras el inevitable fandango de Huelva, la concurrencia jalea al espontáneo con divertidos olés y la fiesta es así más bonita y más entrañable.

También es muy socorrido que mientras se palmean bulerías, se levante como poseída por los demonios de lo Jondo una señora que hasta ese momento estaba tranquila y parecía una persona normal, y se ponga a menearse en plan zíngara, levantándose un poquito las faldas y diciendo a los palmeros que venga, que no paren, y aceleran los palmeros el ritmo percusivo del palmeo y observan como hipnotizados la sensualidad un poco salvaje de la señora que parece haberse vuelto loca.
Hay veces en las que el marido de la señora -que ya está completamente ida, en trance lolailo- se incorpora él también y con los dos brazos a medio levantar, rodea a su señora esposa sin tocarla, como un banderillero en la plaza.

Las reuniones así, están compuestas casi siempre por gente muy campechana, que algunas veces cantan un estribillo que dice que eso de ser buena gente no se compra con dinero. Luego, en la vida diaria, lejos de la fanfarria y de los efluvios rocieros, esta gente casi todo lo han comprado con dinero; amistades, prestigio social, amantes y aduladores. Muchas veces es sucio, otras negro ese dinero, como los blues.

A lo que íbamos es que como cantaba Albert Pla; este es un pueblo de estrellas, este es un pueblo de stars. Así que lo mismo le endilgamos a la peña una copla que un buen día, nos levantamos estupendos y nos decimos; Hoy me voy a escribir unas cuantas poesías. O mejor; unos textos que sean prosa poética, como Platero y yo, que es un libro que leí de chiquillo y me gustó mucho.
La ignorancia es muy atrevida y claro, el poeta espontáneo lee, pongamos;

                                  “mi corazón espera
                         también, hacia la luz y hacia la vida,
                             otro milagro de la primavera”

Se rasca un poco la cabeza en aptitud simiesca evolucionada y piensa; “Joder, qué bonito, pero esto lo hago yo con la punta...” Y se pone a ello. De lo que sale no vamos a hablar. Por ahora.

Hace más o menos un año, traté de hacer un estudio sociológico sobre el paisanaje al que llamé “El Barrameazo” . Esto no fue muy comprendido por las personas, pero no me resisto a recuperar uno de los puntos de aquel concienzudo trabajo:

PUNTO 3.-El langostino del trasmallo ha pasado de crustáceo a divinidad panteísta y como tal se le venera, su liturgia conlleva comerlo con los dedos, como los beduinos en el desierto los arroces , y chuparle la cabeza al bicho con ostentosos sonidos de succión del tipo que utilizan las actrices pornográficas cuando chupan el langostino del machote.
El langostino hay que comerlo siempre acompañado de media botella de Manzanilla, eso es así; por ley. Y ya si hablamos de la manzanilla, ese oro líquido como dijo el cursi, se encienden todas las alarmas del Barrameazo porque habrá otros vinos pero señores; sea porque dios en uno de sus caprichos o el pastorcito divino en su bondad sin límites así lo quiso, la manzanilla sólo puede darse en Sanlúcar de Barrameda, el hombre habrá llegado a la luna, los lebrijanos pueden haberlo intentado, pero si no es de Sanlúcar, no es manzanilla por culpa del microclima, la albariza, la humedad y no se sabe cuántos argumentos esotéricos y pseudo científicos más. Cuando los sanluqueños/as están en tierra extraña, lo dice el himno, recuerdan su maravilla y más que nada por “ser honra de España”, siempre beben manzanilla.

Toda esta disertación que antecede, viene al caso, porque ha caído en mis manos un cuadernillo editado por una asociación fiestera, que es a la vez; antología poética, paroxismo cañí, recopilación de tópicos y enternecedora pelusilla literaria. 
Se llama el monumento “Enamórate” y está dedicado a la Feria de la Manzanilla. Por allí aparecen Guzmán el Bueno, Paco Ojeda, el Langostino, la luz de Sanlúcar, los fenicios y los tartesios. También he buscado la historia esa de Isabel la Católica que vio por vez primera el mar (¿o era el agua? ) cuando arribó a esta noble villa, que no hay cateto que coja un micrófono y no lo suelte. 

El caso es que en esta revista, como pomposamente llaman al invento, he leído que tenemos los sanluqueños una “hospitalidad desmedida” , hombre, la hospitalidad desmedida tendría alguien que explicárnosla, no sea que crean los forasteros que vamos por ahí abrazando a sus esposas, o nuestras flamencas persiguiendo el paquete de los mozos turistas. En el mismo artículo/poema, leímos: “¡Ay, la Manzanilla! Ese caldo oro viejo, de cualidad organoléptica única en el mundo” . Y luego dijeron que era uno exagerado en sus irónicas loas al Barrameazo.

En la revista, encontramos versos/ versículos populares , pero también enormes barroquismos levemente surrealistas; “Te ofrece (se entiende que la feria) la oportunidad, no solo (sic) de cultivar el cuerpo, sino también (sic, otra vez) el espíritu.” Ahora a pensar en eso un rato.

No faltan los apuntes de denuncia social: “Una feria mediatizada por las imperiosas necesidades económicas por las que atraviesan muchas familias” 
Y piensa uno, pues sí, aquí llevan razón estos poetas. Lo malo es que a continuación afirman, de una manera casi marcial: “Pero es la feria, nuestra feria, la feria de la Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, ni más ni menos” Falta el ¡Coño!

Yo creo que la flor natural se la lleva uno que va y escribe:
 “En el interior de las casetas el sonido se confunde con aromas de perfúmenes de bellas mujeres” 

Y piensa uno que todas las mujeres estarán esta feria bellísimas y perfumadas, para que los poetas tañan sus liras y para que los camareros feriantes no lleguen a casa muy tristes, oliendo a pimientos fritos y a aceite quemado, sino a perfúmenes de bellas mujeres, como si volviesen del puti club.

Pensaba que ya no se podía ser más cursi ni más rancio, cuando leo (literal) : 

Mientras tanto las penas y lágrimas por las miserias de una crisis económica, fruto del egoísmo de los poderosos, quedarán junto a la orilla del Río para salar la mar durante los días de Feria” .

Aquí ya tuve que dejarlo, mi médico me ha dicho que evite estos vicios. 

Pasé las páginas rápidamente, no quería leerlas pero algunas frases/ versos/versículos se me presentaban como en una pesadilla; 
Nuestro vino, cultura que explosiona en la feria (la bomba atómica) que la feria no sean sólo unos días sino todo el año (ole, ole y olé) Los Doñana, el Mangui, una luna que pasó corriendo, el capote de nuestras gentes ( ¡Ay, Federico García; Llama a la Guardia Civil!) el festival de música y la feria de Sanlúcar ¿La visito Stanley Weiner? Y como colofón una foto del Stanley con un cebollón del quince, bailando como los guiris unas bonitas sevillanas, que supongo yo habrán tomado los hijos o nietos del violinista como prueba para la querella.

En fin, que como decíamos al comienzo, casi todo el mundo se ha echado un cantecito alguna vez, se ha atrevido con un baile o se ha inventado unas poesías o unos textos de conmovida prosa poética. A los dadaístas cachondos que han perpetrado esta “revista” se les perdona todo porque se ve que la han escrito con el corazón (la cabeza la han usado poco) , con la mejor voluntad y , evidentemente, hartos de vino.

¡Salud y feliz feria, compare de mi arma!

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