miércoles, 20 de junio de 2007

EL HORTERA IMPRESENTABLE


Cuando el hortera impresentable y analfabeto se siente cohibido, apenas se le notan sus babeos ni sus eructos existenciales. Se reserva para torturar con su estulticia a los más próximos; familiares, amigos si le quedan, o compañeros de curro. Pero, oh señor, hay horteras impresentables y analfabetos que por circunstancias de la vida van teniendo poder. Sea porque tienen suerte con los negocios, sea porque por no escucharlos, alguien les dio un carguito un aciago día, sea porque les tocó la lotería, sea porque dieron un braguetazo. La cosa es que el poder diluye vergüenzas, y como el hortera impresentable y analfabeto, posee un código ético raquítico, que se basa fundamentalmente en el medallón de oro que pueda llevar el contertulio, o en la marca de su coche o en la voracidad del cocodrilo cosido al jersey como un certificado de clase; el hortera impresentable y analfabeto con poder o dinero, o viceversa, no se corta un pelo y pringa con su porquería dialéctica y vital a todo el que tenga cerca.


Hagamos constataciones empíricas de semejante afirmación:

El hortera impresentable y analfabeto, porque estuvo unos días en la Habana, en un viaje de negocios de esos y folló, pagando sí, pero a unos precios ridículos para los parámetros de nuestro país de nuevos ricos, se siente, el hortera, un hombre de mundo y si alguien osa hablar delante de él de la revolución cubana, de su esplendor y de su ocaso, no se corta un pelo y pontifica alguna sandez merecedora de uno de esos tribunales sumarísimos que dicen que monta Fidel, cuando algún maleante que cree en la democracia o en los derechos humanos, se le sube a sus históricas barbas.

Puede uno dirigirse al hortera impresentable y analfabeto, cansado ya de soportarle impertinencias y espetarle alguna pedantería muy gorda que le haga tambalear, nada; ni caso. El hortera analfabeto e impresentable, te mirará con conmiseración ¡encima! Y frente a tu dialéctica seudo marxista, esgrimirá una especie de metáfora confusa en la que lo único claro es que él, el hortera impresentable y analfabeto, cuando se follaba a la jinetera (o al jinetero, cualquiera sabe) se estaba con aquel acto, follando a toda la revolución cubana y a todo el romanticismo libertario de la izquierda mundial. Que lleve un poco de razón semejante botarate, a uno no le consuela; todo lo contrario; lo hunde más si cabe en la depresión y el asco.

Así como al pelmazo, otro psicópata social , le importa un rábano lo que uno pueda opinar en cualquier controversia y espera, solamente, disparar su letanía maniaca; al hortera impresentable y analfabeto no le basta con esa intimidad terrorífica con la que le pelmazo te acapara en la reunión, jodíendote para siempre la noche, el hortera impresentable y analfabeto necesita público y su conversación va dirigida a todo el mundo.

Cuando la atención de ese público va decayendo, grita al camarero, agitando algo; las llaves del todoterreno, del dúplex o del ático frente al mar, su más celebrada máxima tabernera: “picha, llena aquí y pon un poquito de jamón…mismo”.

Siempre hay gente menesterosa o sencillamente gorrones profesionales, que ante este dispendio del hortera impresentable y analfabeto, se tragan su aburrimiento y hasta su dignidad, por cuatro lonchas de jamón y un par de cervezas fresquitas.


GALLARDOSKI

1 comentario:

Anónimo dijo...

El perro del horterano es menos hortera que usted....